LA VIRGEN DE FÁTIMA
La Virgen de Fátima, formalmente conocida como Nuestra Señora del Rosario de Fátima, es una advocación con que se venera a la Virgen María.
Tuvo su origen en los testimonios de tres pastores, llamados Lucía dos Santos (10 años) y sus primos Jacinta Marto (6 años) y Francisco Marto (9 años), quienes afirmaron haber presenciado varias apariciones marianas en la Cova da Iria, Fátima, en Portugal, entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.
A partir de entonces, esta advocación mariana extendió su fama más allá de sus límites locales llegando a todo el mundo.
Se conmemora el 103 aniversario de su aparición.
SAN MARCELINO CHAMPAGNAT Y LA BUENA MADRE
San Marcelino amaba entrañablemente a María. Toda su vida, toda su obra, es un canto a la Madre. “Ella lo ha hecho todo entre nosotros”, repetía con mucha frecuencia.
“María, sí, solo María es nuestra prosperidad; sin María no somos nada y con María lo tenemos todo, porque María tiene siempre a su adorable Hijo entre sus brazos o en su corazón”. De tal manera la devoción a María condiciona su vida que, María lo es todo en ella: su “Recurso ordinario”, su “Buena Madre”, “Primera Superiora” de su obra, su “Modelo” a quien imitar.
San Marcelino Champagnat nos pide que amemos a María y la hagamos amar, que asimilemos su espíritu e imitemos su humildad, modestia, fuerza y amor a Jesucristo. Que llevemos siempre con nosotros el rosario.
En su testamento espiritual nos deja a los Maristas este lema de vida.
“Todo a Jesús por María. Todo a María para Jesús”